lunes, 29 de agosto de 2022

El Pirineo Salvaje de Las Feixas

Vallée de Rioumajou

¿Por qué caminamos? ¿Qué nos empuja a atravesar valles, colinas, picos, ríos, bosques? ¿Qué nos lanza a seguir senderos, a subir pedreras, a bajar palas, a enfrentarnos a la agotadora anfractuosidad de las cordilleras? La tiene una seducción especial. La montaña te encoge, te reduce a la mínima esencia, te hace sentir minúsculo. Ante su abrumadora inmensidad tú solo puedes aspirar a La Nada. Y sin embargo a veces, eres capaz de sobreponerte a los gigantes y conquistarlos insolentemente con el ridículo poder de tus piernas.

Sierra Ferrera al atardecer desde Bestué

Interior del Cañón de Añisclo

Ibón de Urdiceto

Es el hechizo de la constancia, son esas cimas absolutamente inalcanzables pero que sin embargo consigues acercar con cada paso, es la bajada de telón que supone alcanzar cada collado y revelar las formas escondidas de un nuevo valle. Ahí reside su ingobernable magnetismo. Su irracional fascinación.

Mirador sobre el Cañón de Añisclo

Refugio de Viadós con el Puntal de Barrau

Amanecer entre nieblas en la estación de Piau

Un año más, volví a mi cita ineludible con las montañas y regresé de nuevo al Pirineo aragonés. Huí sin demasiado éxito de la canícula madrileña hasta ese terreno fronterizo que abarca el norte de Huesca con el sur de Francia donde se encuentran las Feixas, un ambicioso recorrido circular, cuya modalidad integral abarca partes del Parque Nacional de Ordesa, del Parc National des Pyrénées, el parque Natural del Posets-Maladeta y el Geoparque de Sobrarbe.

Bielsa, punto de inicio y final de las Feixas

Cabaña de Pastores en el Parque Nacional de Ordesa

El espectacular Circo de Pineta

Nueve etapas, 154 km, 10.200 metros de desnivel acumulado pasando por Bielsa, por Lamiana, por Escuaín, por Bestué, por el Cañón de Añisclo, por Nerín, por los techos de Ordesa, por el Valle de Pineta, por el Vallée D’Estaubé, por el circo de Troumouse, por el Vallée de Rioumajou, por Viadós bordeando el Culfreda y el Bachimala, por Urdiceto… y por una lista interminable de lugares, de collados, de valles, de barrancos y picos.

El Ibón de Urdiceto con Monte Perdido al fondo

Cae la noche sobre el refugio de Viadós

Cascadas en el Neste de Badet

Nueve días dan para mucho, pero hay algo intrínsecamente bonito en esa pequeño simulacro de vida errabunda, de mochila al hombro, de ruta entre refugios. Hay algo dichoso en esa dinámica que se empieza a volver rutina. El cuerpo rechina, se queja, añora la laxitud del sofá al que sentía que pertenecía por derecho propio y acaba claudicando ante la necesidad de concentrarse en su propia supervivencia. “Abandona toda esperanza. No hay sofá en estas tierras, pero si caminas, si sigues moviéndote en unas horas podrás alcanzar el confort del refugio, el frescor de una cerveza al final de la jornada, la recompensa a tu tozudez”. Y mientras intentas convencer a tu cuerpo sedentario con amenazas, el resto se maravilla ante la variedad de paisajes, ante los terrenos nemorosos que la altitud va convirtiendo en adustos, ariscos.

El Cañón de Añisclo con Monte Perdido, el Pico Añisclo y la Punta de las Olas saliendo de entre las nubes

Ordesa, espectacular incluso nublado

El Circo de Pineta al amanecer

Poco a poco, no entiendes que los días puedan suceder de otra manera que no sea atravesando la sombra de los hayedos, de los bosques umbríos… admirando, cuando ellas quieren, las cumbres alpinas, viviendo en la sorpresa del descubrimiento más allá de las curvas sinuosas del terreno o poniéndote a prueba en subidas tremebundas y bajadas morrocotudas.

Cascada del Cinca, en el Circo de Pineta

Vallée D’Estaubé

Las Feixas ha resultado un recorrido exigente, bastante salvaje y sorprendentemente poco transitado. Un extra añadido. Caminar solo por la montaña lo siento como un placer indescriptible, donde tus pasos y la respiración se mezclan con el viento, con el arrullo de los ríos, se silencian con la lluvia y desaparecen entre la niebla. La ruta ha sido larga, ha sido cansada, ha sido en momentos agotadora y sin embargo he podido descubrir lugares hermosos, bellos, rincones que se conocen en el tu a tu de la roca y la bota.

Montañas entre la niebla cerca de Piau

Valle de Pineta

Las Feixas me lleva a seguir haciendo rellenando el mapa inacabable de huecos de Pirineos. Poco a poco esa mancha oscura de ignorancia se va llenando de pequeñas luces. Es muy improbable, pero quizás, solo quizás en algún momento empiecen a ganar las luces y pueda relacionar algunos puntos y pueda saber que hay al otro lado del circo al que me enfrente. Mientras tanto, seguiremos con esa antorcha en forma de GPS descubriendo valles, cascadas y pliegues imposibles.

Hasta pronto, Pirineos.

Refugio de Lamiana al atardecer

En nada, me pongo con los mapas, tracks y etapas de esta ruta brutal. De momento, solo agradecer a Sony España y en especial a Jorge Gállego por haberme ayudado facilitándome una Sony a7C y un 24-105mm f4.0 para esta ruta. Mil gracias. 

Tenéis más info sobre la ruta y todas sus modalidades, aparte de la integral en su página web.

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miércoles, 17 de agosto de 2022

Otoño 2021 – Parte 5: Hayedo de Otzarreta (País Vasco)

El hayedo de Otzarreta es uno de esos lugares que se han convertido en icono de los bosques vascos. No nos cansamos en ver imágenes suyas, tan fácilmente identificables. Hayas centenarias que alzan sus brazos hacia el cielo, algo ya de por si sorprendente pues la hayas suelen crecer sus ramas en horizontal, mientras un pequeño riachuelo serpentea entre ellos. Es una estampa de cuento, perfecta, de suaves curvas. Con sol, con niebla, con lluvia, en cualquier estación, siempre luce bonita. Quizás por eso, por la cantidad de imágenes que recibimos, generamos una imagen mental de un lugar por el que perderse, por donde rebuscar ángulos, por el que caminar para descubrir nuevos rincones.

La realidad llega con sorpresa al visitarlo por primera vez y descubrir que es mucho, pero mucho, más pequeño de lo que uno podría imaginarse. ¿Y entonces? ¿De dónde salen todas esas estampas? La solución viene de la mano de la perfección porque a pesar de sus reducidas dimensiones es difícil encontrar un ángulo malo. Eso es algo que saben tanto los fotográfos como los visitantes que se acercan, en grandes cantidades, a visitarlo y retratarlo. Pocos modelos hay que tengan tanto arte para posar.

Recomiendan, los que saben, no acercarse el fin de semana y madrugar lo máximo posible para poder disfrutarlo en algo de intimidad. Quién sabe. Nosotros lo pillamos en mitad de lluvia, entre chaparrones y también hubo que sacar de los encuadres a unos cuantos fotógrafos a los que como a nosotros, el mal tiempo no nos desanimaba. Hubo que tapar la cámara con paraguas, aprovechar algún rayo fugaz de sol que obviamente se había perdido y a pesar de todo, ahí nos quedamos un par de horas, absolutamente hechizados.

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jueves, 11 de agosto de 2022

Otoño 2021 – Parte 5: Hayedo de Otzarreta (País Vasco)

El hayedo de Otzarreta es uno de esos lugares que se han convertido en icono de los bosques vascos. No nos cansamos en ver imágenes suyas, tan fácilmente identificables. Hayas centenarias que alzan sus brazos hacia el cielo, algo ya de por si sorprendente pues la hayas suelen crecer sus ramas en horizontal, mientras un pequeño riachuelo serpentea entre ellos. Es una estampa de cuento, perfecta, de suaves curvas. Con sol, con niebla, con lluvia, en cualquier estación, siempre luce bonita. Quizás por eso, por la cantidad de imágenes que recibimos, generamos una imagen mental de un lugar por el que perderse, por donde rebuscar ángulos, por el que caminar para descubrir nuevos rincones.

La realidad llega con sorpresa al visitarlo por primera vez y descubrir que es mucho, pero mucho, más pequeño de lo que uno podría imaginarse. ¿Y entonces? ¿De dónde salen todas esas estampas? La solución viene de la mano de la perfección porque a pesar de sus reducidas dimensiones es difícil encontrar un ángulo malo. Eso es algo que saben tanto los fotográfos como los visitantes que se acercan, en grandes cantidades, a visitarlo y retratarlo. Pocos modelos hay que tengan tanto arte para posar.

Recomiendan, los que saben, no acercarse el fin de semana y madrugar lo máximo posible para poder disfrutarlo en algo de intimidad. Quién sabe. Nosotros lo pillamos en mitad de lluvia, entre chaparrones y también hubo que sacar de los encuadres a unos cuantos fotógrafos a los que como a nosotros, el mal tiempo no nos desanimaba. Hubo que tapar la cámara con paraguas, aprovechar algún rayo fugaz de sol que obviamente se había perdido y a pesar de todo, ahí nos quedamos un par de horas, absolutamente hechizados.

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jueves, 4 de agosto de 2022

Otoño 2021: Parte 4 – Hayedo de Belaustegi (País Vasco)

Decían mi guías y acompañantes que las hadas no aparecían si no era bajo el manto de la niebla, donde podían ocultarse rápidamente si los visitantes las importunábamos. Quizás tuvieran razón pero yo, novato en estos bosques de hayedos sabios y retorcidos por el peso de los años, sentía que tenían magia más que suficiente para caer rendido a sus pies.

Dejaba atrás unos días conociendo el Otoño leonés y ya en el País Vasco, David y Eneko se habían ofrecido amablemente a acompañarme para descubrir algunos de sus mejores secretos entre los que estaban los sinuosos paseos entre los gigantes del bosque, entre hojas, ramas y helechos gigantes, entre robledables y hayedos.

Allí ocupando partes tanto de Bizkaia como de Álava se encuentra un enorme y gigantesco parque natural: el Gorbeia, que tantos suspiros ha levantado antes que los míos. Tanto abarca que es imposible negar que existan las brujas, las lamias o jentiles pues quién sabe cuantos secretos, mitos y leyendas ocultan sus pliegues. Entre ellos se encuentran algunos lugares cartografiados de fácil acceso y que sin embargo invitan a perderse y recorrerlos sin rumbo fijo, como el bosque de Belaustegi.

Pasear por entre sus formas es una delicia para cualquier amante de la naturaleza y especialmente para los cazadores de curvas y ángulos que trasladar a la fotografía. Todo es sugerente, todo es delicado, poético y salvaje a la vez. Las sendas desaparecen entre la maleza, comidas por el tiempo y el musgo. Entre ellas se cuelan pequeños ríos y grandes cascadas pero solo para quienes con la mirada de niño sepan encontrarlas.

Para aquellos que ya peinan canas solo les quedará subir, salvando desde Ibarra las cuestas puestas por trolls, hasta encontrarse con un pequeño parking, punto de inicio para adentrarse en los misterios del bosque.

Es un pequeño paseo antes de encontrarse con el hayedo, pero los ojos más agudos quizás detecten antes de llegar a sus dominios, un desvío a mano izquierda, una senda oculta a primera vista pero que de lograr dar con ella tendrá como recompensa encontrarse con la preciosa cascada de Belaustegi, guardada entre las rocas y las ramas como si fuera un secreto del propio bosque.

Lugar de innumerables rutas, lamento el solo haberlo probado una mañana. Insuficiente para conocerlo. Suficiente para quedarme con muchísimas ganas de más. Quizás para la próxima puede charlar tranquilamente con los duendes, pero eso si, jamás revelaré su ubicación.

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martes, 2 de agosto de 2022

Otoño 2021: Parte 4 – Hayedo de Belaustegi (País Vasco)

Decían mi guías y acompañantes que las hadas no aparecían si no era bajo el manto de la niebla, donde podían ocultarse rápidamente si los visitantes las importunábamos. Quizás tuvieran razón pero yo, novato en estos bosques de hayedos sabios y retorcidos por el peso de los años, sentía que tenían magia más que suficiente para caer rendido a sus pies.

Dejaba atrás unos días conociendo el Otoño leonés y ya en el País Vasco, David y Eneko se habían ofrecido amablemente a acompañarme para descubrir algunos de sus mejores secretos entre los que estaban los sinuosos paseos entre los gigantes del bosque, entre hojas, ramas y helechos gigantes, entre robledables y hayedos.

Allí ocupando partes tanto de Bizkaia como de Álava se encuentra un enorme y gigantesco parque natural: el Gorbeia, que tantos suspiros ha levantado antes que los míos. Tanto abarca que es imposible negar que existan las brujas, las lamias o jentiles pues quién sabe cuantos secretos, mitos y leyendas ocultan sus pliegues. Entre ellos se encuentran algunos lugares cartografiados de fácil acceso y que sin embargo invitan a perderse y recorrerlos sin rumbo fijo, como el bosque de Belaustegi.

Pasear por entre sus formas es una delicia para cualquier amante de la naturaleza y especialmente para los cazadores de curvas y ángulos que trasladar a la fotografía. Todo es sugerente, todo es delicado, poético y salvaje a la vez. Las sendas desaparecen entre la maleza, comidas por el tiempo y el musgo. Entre ellas se cuelan pequeños ríos y grandes cascadas pero solo para quienes con la mirada de niño sepan encontrarlas.

Para aquellos que ya peinan canas solo les quedará subir, salvando desde Ibarra las cuestas puestas por trolls, hasta encontrarse con un pequeño parking, punto de inicio para adentrarse en los misterios del bosque.

Es un pequeño paseo antes de encontrarse con el hayedo, pero los ojos más agudos quizás detecten antes de llegar a sus dominios, un desvío a mano izquierda, una senda oculta a primera vista pero que de lograr dar con ella tendrá como recompensa encontrarse con la preciosa cascada de Belaustegi, guardada entre las rocas y las ramas como si fuera un secreto del propio bosque.

Lugar de innumerables rutas, lamento el solo haberlo probado una mañana. Insuficiente para conocerlo. Suficiente para quedarme con muchísimas ganas de más. Quizás para la próxima puede charlar tranquilamente con los duendes, pero eso si, jamás revelaré su ubicación.

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