jueves, 29 de diciembre de 2022

El Calendario 2023 de Crónicas de una Cámara

Fiel a la cita de fin de año están las luces, los encuentros, los villancicos, Papa Noel, los atracones, los atragantamientos por uvas, las bochornosas copas tras las cenas de empresa y por supuesto.. ¡¡¡el muy gratis Calendario de Crónicas de una Cámara!!! ¡¡¡Vamos ahi!!! Con este ya son 11 años acompañándoos en vuestros fondos de escritorio, un honor para mí y una muestra de agradecimiento a los que seguís al otro lado de la pantalla.

Este año además, subo la resolución que cada vez tenéis pantallas más grandes y tenéis una versión ¡¡en glorioso 5K!! para que os deleitéis cuando queráis daros un respiro.

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Ya sabéis que menos enriqueceros vendiéndolo y montad con ese dinero un imperio mafioso podéis hacer con este calendario l que queráis. Eso si, si lo acabáis usando en vuestros fondos de pantalla, mandadme alguna cotillo que siempre hace ilusión.

Mientras tanto Seguiremos por aquí otro año más, compartiendo viajes y fotos y eso siempre es motivo de celebración, así que sin más solo quiero desearos que estéis pasando unas buenas fiestas y que el 2023 que viene sea un año felicísimo.

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miércoles, 21 de diciembre de 2022

El Kanchenjunga Trek

Kanchenjunga (8586 m.) desde el Campamento Base Sur

Huelo a cien fuegos de cien hogueras distintas, chimeneas y cocinas en las que nos apelotonábamos para combatir el frío. Tengo heridas en las manos, la piel dura, curtida y arrugada por el mismo sol inmisericorde y el mismo viento gélido que reventaron mis labios. Tengo las uñas llenas de suciedad y huelo a días de sudor. También a flores silvestres. Me duelen los huesos, las rodillas, los músculos. Me he caído mil veces. Me he levantado mil veces. Ninguna ha sido grave pero algunas marcas volverán conmigo.

Ascendiendo hacia el Campamento Base Sur del Kanchenjunga con el macizo del Kabru y el Rathong de fondo

Atardecer sobre el Jannu (7710 m.) desde Khambachen

Arrozales en las etapas más bajas del trek, cerca de Chirwa

Llegando a Ghunsa

He caminado por bosques, por junglas, por roca sólida y piedra desmenuzada, por páramos helados, por glaciares, entre arrozales. De día y de noche. He atravesado valles, puentes, ríos. He esperado al sol cada madrugada aunque a veces no apareciera. He dormido en camas duras, inhóspitas, separados de la intemperie por pobres tablones de madera que incapaces de encajar entre si tampoco podían engañar a la escarcha. He dormido arropado por mantas gruesas que jamás conocieron limpieza alguna pero si más vidas tú y yo juntos.

El Kanchenjunga y su impresionante glaciar desde el Campamento Base Norte

La fuerza del río Tamor

Atardecer sobre las montañas de Ghunsa

He bebido té. Mucho té. Muchísimo té. Cantidades ingentes de té. He comido Dal Bhat. Mucho Dal Bhat. Muchísimo Dal Bhat. Algo de pasta y cantidades ingentes de Dal Bhat. He caminado mucho y muchas veces solo, con el único sonido retumbante de mis propios pensamientos. He dejado de escucharme ante la abrumadora fuerza del agua, de cascadas y de los rápidos de los ríos. Me ha detenido ante el sonido casi constante de las banderolas de oración ondeando con furia, lanzando sus plegarias al viento.

Nepal Peak (7177 m.) al atardecer

Admirando el Nepal Peak desde Lhonak

El atardecer desde Selele Camp

Preparando Dal Bhat (arroz con sopa de lentejas y curry de verduras) en un home stay en Khebang

El impresionante Shimbuwa Khola antes de llegar a Tortong

He visto cambiar el paisaje, desnudándose a cada paso, despojado de verdes y vida hasta quedar reducido a nada más que pura piedra y hielos imperecederos. La nada y el todo. Mis pasos, ese esfuerzo infinito cargado de fatigas, cansancios y paradas en busca de alientos que llegaban con retraso me llevaron a la desolación. Tan bella. Tan hermosa.

El Khabur (6305 m.) de camino a Khambachen

El Jannu (7710 m.) a la izquierda y el Pholesobi Thongje (6652 m.) iluminados con las últimas luces del día

El macizo del Kabru y el Rathong desde el Sinelapche Bhanjyang (última parte del Selele Pass)

Ramche el último lugar antes del campamento base sur del Kanchenjunga

He vuelto a Nepal, a caminar entre los gigantes del Himalaya. Les he visto enrojecidos ante el heraldo de la noche. Les he visto reflejados en ríos congelados. Les he visto surgir por encima de las nubes. Caminé durante valles y valles, esquivé montañas derrumbadas hasta encontrarme con el escondite del demonio del Kanchenjunga y sus cinco grandes tesoros de las nieves. Tercero de sus hermanos, He admirado sus 8586 metros desde norte y sur. Mis ojos fueron los únicos que una tarde lo despidieron desapareciendo entre la oscuridad. Lo que nos dijimos, los secretos y confidencias que compartimos quedarán entre nosotros.

El Kanchenjunga y sus 8586 m al atardecer desde el Campamento Base Sur.

El macizo del Kabru y el Rathong al atardecer, visto desde Ramche

Las montañas de Sikkim, fronterizas con La India, desde Yamphudin

Tras veinte días sin cobertura he perdido la noción del mundo y del tiempo. Sin libro electrónico. Sin móvil. Despojado de la atadura de las horas todo cuando ha quedado de mí ha sido yo mismo.

No podía pedirle menos al Himalaya.

No podía pedirle más.

Katmandú, a 22 de Noviembre de 2022

El Kanchenjunga de noche iluminado con la luz de luna desde el Campamento Base Norte.

 

Escribí esto a la vuelta en Katmandú. Reflexiones en crudo de este espectacular trekking: el Campamento Base Norte y Sur del Kanchenjunga. En breve, más fotitos y crónicas.

Agradecer a la gente de Sony España y en especial a Jorge Gállego por haberme prestado para la ocasión una Sony a7c junto con un 24-105 f4.0, con el que están hechas todas estas fotos.

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viernes, 21 de octubre de 2022

Otoño 2021 – Parte 9: El atardecer sobre San Vicente de la Sonsierra

Mas que una entrada, esto debería ser un interludio, pero no quería dejarlo en el olvido, porque cuando me despedía de La Rioja en dirección al Norte y al Oeste, me encontré con este espectáculo. Es de esas veces que claudicas ante la belleza y aceptas la rendición sin condiciones, aparcas en el arcén, apagas el coche y disfrutas del espectáculo, complementado con un pueblo en una colina coronado por un castillo. Después mirando en el mapa vi que se trataba de San Vicente de la Sonsierra. En algún momento debería visitarlo, pero de momento siempre tendré el recuerdo de ese atardecer de fuego en que simplemente no pude seguir conduciendo.



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jueves, 20 de octubre de 2022

Astroturismo en Cáceres

Tumbado sobre el catamarán, en la oscuridad de la noche, mecido sobre las aguas y arropado por una manta, miraba la inmensidad de un cielo estrellado que desafiaba toda lógica y podía imaginarme perfectamente como en la antigüedad se le consideraba un libro donde leer sus leyendas. La antiguos griegos admiraba las constelaciones cada noche y en ese intento por tratar de entenderlas les dieron forma con los cuentos que ellos conocían.

Las historias que cuentan las estrellas

En esas estrellas hay drama, hay traiciones, hay amor, hay envidias, epopeyas. Por allí está Zeus, el dios de dioses, que a pesar de estar casado con Hera tuvo muchas aventuras, entre ellas una con la ninfa Calisto, fruto del cual nació Arcade. Hera, furiosa al descubrirlo, transformó a Calisto en una osa (La Osa Mayor). Ajeno a esta transformación Arcade se encontró con su madre convertida en osa y se dispuso a cazarla con un arco pero antes de que pudiera matarla Zeus intervino y le convirtió también en osa (la Osa Menor). Para que no se hicieran daño las cogió de la cola y las lanzó a los cielos, pero lo hizo con tanta fuerza que les dio de sí la cola. Hera al enterarse se enfureció aún más y habló con su hermano, Poseidón, el dios de los mares al que pidió que no permitiera nunca que las osas pudieran bañarse en las aguas celestiales… este el motivo porque el que estas dos constelaciones nunca desparecen por debajo de la línea del horizonte.. y también el motivo por el que a pesar de ser osas tienen una larga cola.

La reina Casiopea, madre de Andrómeda, se creía más bellas que las ninfas del Mar, cosa que también molestó a Poseidón, que la condenó a permanecer en los cielos, atada a una silla y además con el agravante de tener que estar la mitad del tiempo boca abajo. Por eso podemos reconocer fácilmente a Casiopea con su forma de M o de W que representa su cuerpo sentado.

El conocimiento se ha transmitido de generación en generación en ese lienzo nocturno moteado por millones de soles. Claro que al mismo tiempo que los griegos miraban al cielo también lo hacían otras culturas y obviamente veían cosas distintas. Donde los griegos veían a un cazador, con su arco y acompañado de dos perros en la constelación de Orion (reconocible por su famoso cinturón) los japoneses veían a dos hermanas subiendo por una cuerda hacia el cielo huyendo de los mordiscos de un ogro.

Otra leyenda japonesa cuenta la historia de una princesa llamada Orihime, que vivía al Este de la Vía Láctea. Era la hija del Dios del Cielo y se pasaba todo su tiempo tejiendo. Su padre, preocupado de que tamaña obsesión no le dejara tiempo para el amor decidió casarla con Hikoboshi, que vivía al Oeste de la Vía Láctea. Orihime como esposa, dejó todo, incluidos sus preciosos tejidos por su marido, cosa que no hizo mucha gracia a su padre que la hizo volver a su lado, al lado Este de la Vía Láctea. Pero les deja verse una vez al año, el séptimo día del séptimo mes y puede cruzar un puente que cruza la vía Láctea para reunirse con su amante. Un único día para los amantes desdichados. Ese puente es el que los griegos conocían como la constelación del Cisne y Orihime y Hikoboshi son nuestros Vega y Altair.

Las historias están allí, solo hay que saber mirar. Sin embargo, en la actualidad cada vez es más difícil hacerlo. Nuestro cielos cada vez están más contaminados lumínicamente y las luces artificiales que pueblan las ciudades nos las ocultan. Para disfrutar del lujo de los cielos estrellados es necesaria la oscuridad y que los ojos se adapten a ella.

Contra todo pronóstico nuestras noches son cada vez menos oscuras.

Cáceres como destino de astroturismo

Actualmente son muchos las ciudades y poblaciones que abogan por una reducción de la luz nocturna y por un uso más eficiente, como farolas que solo iluminen hacia el suelo y no desperdicien ni luz ni energía hacia los cielos. Para identificar estos sitios nacen las certificaciones starlight, santuarios donde poder disfrutar de los cielos a pesar de todo. Oasis de oscuridad en un mundo hiperiluminado. Dentro de la Península Ibérica y Europa continental uno de los mejores destinos para poder hacer este astroturismo y sentir la inmesidad del universo es la provincia de Cáceres.

A lo largo de la provincia hay varios destinos Starlight como pueden ser el Parque Nacional de Monfragüe, toda la comarca de las Hurdes o el Chorrerón de Moraleja, pero además hay muchos otros puntos recomendados como la Sierra de Gata, El Valle del Jerte, el Valle de Ambroz o Tierras de Granadilla.

Tres experiencias de Astroturismo en Cáceres

Ante tantos posibles lugares para disfrutar del cielo uno tiene muchas opciones, siendo la más sencilla de todas la de acercarse a uno de estos parajes sin contaminación lumínica y esperar a que el sol se vaya, darle algo de tiempo a los ojos a acomodarse y simplemente disfrutar del espectáculo. Sin embargo siempre hay un enriquecimiento en contar con actividades organizadas por profesionales que te ayuden a aprender y disfrutarlo aún más.

Aquí van tres ideas:

Navegar por un mar de estrellas en el embalse de Gabriel y Galán:

Quizás una de las actividades más sorprendente y que menos te puedas esperar en una salida de astroturismo, porque se realiza en un barco sobre las aguas del embalse de Gabriel y Galán. De la mano de la empresa Panthos, la actividad comienza al atardecer adentrándose en las aguas del embalse para despedir al día. Después en el centro del embalse sin ningún impedimento visual con toda (pero toda toda) la cúpula visual para disfrutar, te descubren las constelaciones y sus estrellas, mientras viajas en el tiempo y conoces como a lo largo y ancho del mundo se sentían cuando miraban hacia el infinito.

Más info: Panthos

El Chorrerón de Moraleja con Ad Astra:

El Chorrerón está declarado como paraje Starlight, por lo que es uno de los mejores lugares de Cáceres para ver estrellas. Además tiene el extra, si quieres de verlo con el sonido de la cascada del río Árrago. De cualquier manera lo bueno es verlo con los cracks de Ad Astrá Hervás y sus telescopios, que son una enciclopedia de cielos nocturnos y galaxias. Son un encanto y además de preparar la actividad con mimo y con cariño, disponen de sillas y bebidas calientes para disfrutar de la noche sin tentación de dejar la actividad a medias si llega el frío.

Más info: Ad Astra Hervás


Observación de estrellas en las Hurdes con Aossa Extremadura:

Acercarte a las Hurdes es un acierto si o si, porque toda la comarca (si, toda) es un destino starlight, así que si lo combinas con parajes como el Meandro del Melero tienes un entorno espectacular. Esta vez contamos con la ayuda del astrónomo de Aossa Extremadura, que con ayuda de su telescopio nos mostró estrellas y planetas como Jupiter o Saturno.

Más info: Aossa Extremadura



Consejos para hacer astroturismo

  • Busca fechas con luna nueva, donde mejor y más tiempo podrás ver el cielo nocturno sin que la luz de la luna te impida ver las estrellas.
  • Lleva ropa de abrigo, porque las noches pueden ser largas y frías, además es una actividad maravillosa pero no hay mucho movimiento, asi que abrigate bien. Si vas por tu cuenta acuerdate de llevar un termo con algo de bebida calentita. Ya me lo agradaceréis.
  • Contente de usar el móvil y evita otras fuentes de luz. Para poder ver bien las estrellas necesitaras unos minutos a que tus ojos se vayan acostumbrando a la oscuridad, pero una linterna o un móvil encendido con el brillo a tope hará que tengas que volver a empezar. Disfruta de la noche y deja que los ojos se adapten. Descubrirás un mundo maravilloso.
    Si necesitas utilizar algo de luz utiliza linternas o frontales con luz roja, es mucho menos agresiva y no hará que pierdas la adaptación del ojo.


Como complementar tu viaje de Astroturismo por Cáceres

No solo de cielos estrellados presume Cáceres, así que si te acercas a las provincia entre noche y noche tienes un montón de planes, de paisajes, de pueblos y de entornos naturales que visitar.

Algunas ideas:

Meandro del Melero en Las Hurdes

El Meandro de Melero es una espectacular formación natural que forma el río Alagón entre Cáceres y Salamanca. Si además, vas en los meses de Septiembre y Octubre puedes ver desde el mirado a los ciervos y escucharlos en plena berrea.

Recorrer el Cerezal por el Valle de los Tejos

Este espectacular paraje natural en las Hurdes permite hacer algunas rutas por senderos atravesando bosques de cuentos de hadas en busca de Tejos. En Cáceres quedan alrededor de 200 ejemplares de este arbol rodeado de leyendas y en este valle puedes encontrate con más de 50. Así que ya sabes… a darte un buen paseo y a la caza del Tejo.


Visitar San Martín de Trevejo

¿Como vas a perderte el pasear por uno de los pueblos más bonitos de España? Situado en la Sierra de Gata, ademas de su plaza con campanario es una delicia pasear por sus callecitas llenas de plantas y macetas.



Visitar Hervás

Situado en el Valle de Ambroz, este tranquilo y bello pueblo lleno de encanto posee un precioso barrio judío lleno de callejuelas y plantas, un precioso río atravesado por un puente de piedra y unas estupendas vistas desde su Iglesia de Santa María de Aguas Vivas, situada en lo alto del pueblo. Ah, y también tienes la que clama ser la calle más estrecha de España, en la Travesía de Morón, que llega a estrecharse hasta los 50 cm.



Visitar Granadillla

Granadilla es una villa Medieval que fue abandonadose cuando en 1955 se expropiaron gran parte de las tierras que la rodeaban debido a la construcción del Embalse de Gabriel y Galán. Aunque Granadilla nunca quedó sumerjida bajo las aguas al anegarse sus tierras sus habitantes se quedaron sin fuente de sustento y se fueron marchando hasta dejarla abandonada en 1964. Actualmente está en proceso de rehabilitación pero es una visita interesantísima.



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