sábado, 27 de junio de 2020

Trekking al campamento base del Everest. Etapa 18: Subida a Gokyo Ri

Trekking al campamento base del Everest. Etapa 18: Subida a Gokyo Ri es un post de Ignacio en Crónicas de una cámara.

Etapa 18: Subida al Gokyo Ri (5360 m.)

Distancia: 3,6 km
Tiempo estimado: 4 horas.
Desnivel Positivo: 564 m.
Desnivel Negativo: 564 m.

Descargar Ruta GPX (Wikiloc)

(Perfil de la etapa)

23 de Octubre de 2020

El despertador volvía a sonar en mitad de la noche y yo me lanzaba a la más oscura de las intemperies. Eran las 3.50 de madrugada y el paisaje del valle de Gokyo se había reducido a una masa negra sin forma definida sobre la que brillaban millones de estrellas, la única compañía que podía encontrarme a esas horas. Con una mochila ligera donde llevaba la cámara, el trípode, un poco de comer y agua, comencé a caminar hacia la nada, hacia los dominios del gélido frío.

Estaba tan abrigado como podía, recubierto de capas en un afán de aguantar las horas que precedían a la salida del sol. Mallas, pantalón, camiseta térmica, camiseta, forro polar, plumas, cortavientos, gorro, doble braga, guantes y por delante una subida que solo existía en los pocos metros que iluminaba el frontal. Detrás de mi Gokyo y una noche incómoda en la que apenas había podido pegar ojo y donde la garganta había empezado a resquebrajarse, sucumbiendo al frío de la zona.

Porque alrededor de Gokyo las temperaturas se situaban unos cuantos grados por debajo del resto de las etapas. Quizás por el viento que descendía desde la frontera helada con Tíbet, a más de 7000 metros de altura, quizás por la proximidad manifiesta con el glaciar de Ngozumpa o quizás porque el cansancio acumulado de más de dos semanas de ruta estaba haciendo mella en mis fuerzas y provocando cortocircuitos en mi termostato regulador. Quizás. Pero no era momento de buscar excusas. Delante de mí tenía una subida inmisericorde, indolente y sin los remansos de terrenos llanos. Y en algún punto de esa masa oscura sobre la que caminaba sin ver el fin estaba mi objetivo del día: alcanzar la cima del Gokyo Ri.

(Vistas desde Gokyo Ri, momentos antes de amanecer. Abajo junto al lago se puede ver las casas y lodges que conforman Gokyo)

Gokyo Ri, o el pico de Gokyo, era una de las subidas más populares de quienes llegaban a la zona. No era una ruta especialmente larga y si se salvaba el desnivel de casi 600 metros en unas teóricas dos horas se llegaba a un mirador de vistas maravillosas. O eso esperaba. Porque mi intención era ver el amanecer desde la cima. Pero para eso tenía que aguantar el cansancio, el frío y una pendiente tallada en infinitos zigzags superpuestos que revelaban como cada cual subía como y por donde podía.

(Las vistas desde Gokyo Ri, en una mañana despejada como esta son tremendamente abrumadoras)

Contaba con que el esfuerzo en la subida me mantendría en calor pero aún así tuve que detenerme ante la insistencia del frío para añadir un calcetín más a cada pie. Mantuve, a pesar de todo, un ritmo bastante digno y a diferencia de la subida nocturna al Chukung Ri, parecía que esta vez si iba a conseguir alcanzar la cima antes de que amaneciera. Esto traería una serie de problemas asociados pues si llegar tarde me habría hecho perder el momento, llegar pronto me iba a obligar a soportar la gélida intemperie, parado, resguardado junto a una roca en los momentos más fríos del día, esperando la llegada de los rayos del sol.

Al menos mientras me congelaba en la cumbre sabía que las vistas no se me iban a negar. No había ni un atisbo de nubes y el cielo vacío ya de estrellas se mostraba inmaculado. Los picos empezaban a reconocerse y solo quedaba prepara la cámara y frotarse fuertemente las manos para evitar el dolor de las bajas temperaturas.

(Rayitos de sol, ¡al fin! ¡A mí! – El sol saliendo junto al Makalu)

El trofeo de la cumbre estaba en poder volver a ver al Everest con la corrección de perspectiva que daba la distancia y donde se apreciaban las dimensiones mejor que en Kala Patthar. Ahora el Nuptse, que en aquel mirador parecía un coloso se camuflaba medio desapercibido ante el Everest y el Lhotse. Pero el Everest no era la única recompensa.

(Pedazo de vistas del Everest, el Lhotse y el Nuptse desde Gokyo Ri)

Desde la cumbre de Gokyo Ri también se podían ver las impresionantes dimensiones del valle de Gokyo y con un poco de atención se podía identificar al otro lado del Glaciar de Ngozumpa, el pueblo de Dragnag, el punto de inicio para cruzarlo. Se podían reconocer también los dos Lobuchés y por consiguiente se podía deducir por donde quedaría el Chola Pass que habíamos cruzado un par de días antes mientras bordeamos el Taboché, el Cholatse y el Arakam Tse. Al fondo del valle se encontraban el grupo del Kantega, el Kyashar, el Thamserku y Kusum Kanguru indicando la zona por donde se asentaba Namche Bazaar. Al fondo, más allá del Everest asomaba el Makalu y podían verse el Changtse y la la coronilla del Pumo Ri que tan buenas estampas nos habían regalado con anterioridad.

(Detalle del Machermo Peak)

Hacia el Norte estaban los impresionantes Cho Oyu y sus amigos, los Ngozumpa Kang (I y II) y ese pico meseta que respondía al nombre de Gyanchung Kang. Enfrente, casi literalmente bajo mis pies estaba Gokyo, insignificante, junto al lago homónimo. Detrás asomaba el Taujung Tsho, el lago que nos faltó por ver en la ruta del día anterior hacia el campamento base del Cho Oyu. Sobre ambos se alzaba, en una dimensión mucho menor, el Machermo Peak y se podía intuir por donde quedaría el paso de Renjo La que tendríamos que hacer al día siguiente.

Efectivamente. La vista era maravillosa.

(Panorámica del Valle de Gokyo. Ojo, que se pueden ver 4 de los 14 ochomiles del mundo en esta foto. Cuatro de los seis picos más altos del mundo juntos. ¡¡Impresionante!!)

Y cuando los primeros rayos de sol aparecieron por detrás del Makalu y empezaron a calentar el bloque de hielo en que me había convertido, lo empecé a apreciar todo mucho más. Con la llegada de la mañana, en la lejanía, entre las casas que conformaban Gokyo comenzaba el desfile de hormiguitas de colores, que cargadas de pequeñas mochilas ya iban ascendiendo por la ladera de la montaña. Me quedaba un buen rato para seguir disfrutando de la cima yo solito.

(«¡Tengo un trípode y no dudaré en usarlo para hacerme fotos!»)

La mayoría de los visitantes de Gokyo aprovechan la primera hora de la mañana para coronar el pico y después usan el resto de la jornada para comenzar el retorno a casa por el valle. Nosotros teníamos otros planes, ya que aún nos quedaba atravesar el tercer paso, el de Renjo La, para alcanzar el último valle del parque nacional, el valle de Thame. Entrar en este valle iniciaría el descenso y serían nuestros primeros pasos hacia el fin de la ruta.

Dado que los días que tocaba hacer un paso eran bastantes duros y había que salir a primera hora de la mañana nos resultaba una barbaridad plantearnos el paso tras la ascensión al Gokyo. Mi único plan para la jornada se limitaba a estar allí en la cumbre el tiempo que quisiera antes de bajar de nuevo a Gokyo y tomarme el resto del día de relax. Podía recrearme en las vistas hasta cansarme.

(Aquí Gokyo, ¡da vértigo verlo!)

Me mantuve más de dos horas en la cima de Gokyo Ri antes de comenzar a descender. El haber subido en mitad de la noche, en mi reducido diámetro de realidad delimitado por la luz del frontal, hacía que no hubiera sido completamente consciente de lo que había hecho y al encontrarme con una bajada trepidante y más larga de lo que imaginaba no podía dejar de pensar si realmente, todo eso lo había subido yo. Bajaba a buen ritmo, cruzándome con la hilera de quienes se iban enfrentando a la cuesta, entre ellos mis queridos compañeros de ruta a los que la idea de caminar en el frío de la noche, por algún motivo, no les había seducido tanto como a mi.

(Por si algún loco quería meterse en la aguas heladas y glaciares de los lagos de Gokyo, abandonad toda esperanza. Son sagrados.)

Una vez abajo solo quedaba relajarse, disfrutar del día, del lago, del paisaje y sorprendentemente de la enorme variedad de tartas y dulces de que dispone Gokyo. Fue una sorpresa, supongo que una evolución de las demandas de la gran afluencia de turismo de la zona. Sucumbí, ansioso por salirme del clásico menú de arroz, pasta y verduras y me sentí tremendamente sofisticado al tomarme un café de verdad con un donut de chocolate mientras esperaba a que el resto del equipo descendiera. ¡Ah! Los pequeños placeres culpables.

(Gokyo life. Y José disfrutándola)

Las nubes llegaron poco antes de mediodía, cubriendo únicamente las cumbres para desespero de quienes se habían retrasado en salir. Yo lo miraba desde la distancia, refugiado tras los cristales del lodge y parapetado en las páginas de un libro a sabiendas de que había cumplido y que tenía el privilegio del resto de horas del día para mi descanso. Las malas noticias vinieron por la tarde.

(Hola nubes)

Matti llevaba unos cuantos días sintiéndose mal, con un constipado que no terminaba de abandonarle y la subida a Gokyo había terminado por certificarle que estaba muy cerca del límite. Prefería empezar a bajar ya por el valle de Gokyo y obviar el último paso. La comprensión de la situación no evitaba la pena. El grupo se iba desmontando y terminaría de hacerlo en las próximas jornadas. Nos veríamos de nuevo en Namche Bazaar, Lukla o Katmandú.

(La subida a Renjo La para el día siguiente. A la derecha, Gokyo Ri ya tomado por las nubes) 

Era cierto que los días iban pasando factura y a mi me esperaba una segunda noche de garganta inflamada y poco dormir, pero estábamos cerca de conseguirlo. Tocaba guardar todas las fuerzas que tuviéramos para el último asalto, el paso del día siguiente: Renjo La nos esperaba.

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Trekking al campamento base del Everest. Etapa 18: Subida a Gokyo Ri es un post de Ignacio en Crónicas de una cámara.



sábado, 20 de junio de 2020

Trekking al campamento base del Everest. Etapa 17: Excursión al campamento base del Cho Oyu

Trekking al campamento base del Everest. Etapa 17: Excursión al campamento base del Cho Oyu es un post de Ignacio en Crónicas de una cámara.

Etapa 17: Gokyo (4790 m.) – Campamento Base del Cho Oyu ( 5200 m.) – Gokyo (4790 m.)

Distancia: 18,8 km
Tiempo estimado: 8:00 horas.
Desnivel Positivo: 565 m.
Desnivel Negativo: 565 m.

Descargar Ruta GPX (Wikiloc)

(Perfil de la ruta)

22 de Octubre de 2018

Ya que ver atardeceres volvía a ser incompatible con la llegada diaria de las nubes no iba a perderme el amanecer sobre el precioso entorno de Gokyo. Esperaba el lago y las montañas reflejadas pero me encontré con la sorpresa de las primeras luces golpeando los 8201 metros de un Cho Oyu glorioso, duchado con el alba, limpio de nubes. Era una visión apabullante a pesar de la enorme distancia que nos separaba.

(Amanecer sobre el Cho Oyu)

La primera hora de la mañana valía para identificar y dar forma a la última parte del trayecto del día anterior, oculto entre la bruma cuando cruzamos el glaciar de Ngozumpa para llegar a Gokyo. Ahora se podía disfrutar completamente del entorno a pesar de que el viento rompía la simetría del reflejo del lago bajo la cima del Machermo Peak. Se reconocía con claridad la subida al Gokyo Ri y los ojos más agudos encontrarían en la lejanía el paso del Renjo La que daría acceso al último de los valles. Aún nos faltaban dos días para enfrentarlo.

(El Glaciar de Ngozumpa que habíamos cruzado el día anterior, ahora visto desde Gokyo)

(Perspectiva de la zona de Gokyo y algunas de las rutas)

Ibamos a pasar dos día más en Gokyo, nuestra pequeña parada en la ruta para hacer un par de excursiones de ida y vuelta y conocer el entorno. Esta primera jornada la dedicaríamos a caminar hacia el norte, bordeando el glaciar de Ngozumpa hasta alcanzar el campamento base del Cho Oyu.

(El Cho Oyo al fondo del valle de Gokyo)

(Excursionistas bordeando el lago de Gokyo para subir al Gokyo Ri o hacer el pase de Renjo La)

(En ruta hacia el Cho Oyu)

A pesar de ser uno de los 14 ochomiles del mundo y la sexta montaña más alta del mundo el Cho Oyu no goza de tanto interés público y sufre de poca popularidad eclipsado por el Everest y el Lhotse. Sin embargo es un pico precioso conquistado en 1854 y considerado por los escaladores como el más “sencillo” de todos los ocho miles. Lo de sencillo, entrecomillado, es muy relativo porque estas alturas nunca lo son y sigue cobrándose su tasa de muertos pero cuenta con varios alicientes: el primero es un paso de ruta comercial entre Tíbet y Nepal que se denomina Nangpa La y que alcanza los 5760 metros, por lo que es más sencillo llegar hasta ese comienzo de ruta, especialmente desde la parte tibetana.

El segundo es que su escalada no requiere de tanto conocimiento técnico y salvando una pared de hielo es bastante más gradual y “asequible”. La dificultad radica en el cansancio extremo que tiene cualquier pico de más de 8000 metros, pero muchos de los escaladores lo consideran un buen test para ver como el cuerpo reacciona a esas altitudes y preparar otras ascensiones similares como el Everest.

Por nuestra parte, el recorrido hasta el campamento base del Cho Oyu tenía dos dificultades principales: la primera era una subida gradual y constante que podría confundirse con un falso llaneo pero que iba minando las fuerzas y haciendo aparecer el cansancio. A fin y al cabo son 400 metros de desnivel sobrepasando, una vez más, los 5000 metros. La segunda era la distancia de la ruta, que alcanzaba casi los 20 kilómetros entre ida y vuelta, lo cual iba a resultar bastante extenuante.

(Vistas sobre el Glaciar de Ngozumpa)

(Thonak Tsho a 4870 metros de altura)

De estas consideraciones no éramos plenamente conscientes cuando salimos de buena mañana, ligeros de equipaje, cargados con agua y algo de comida. La ruta conocida también como la ruta de los lagos de Gokyo permite ver también a cuatro de los cinco lagos de la zona (el quinto, el Taujung Tsho, está al Sur de Gokyo, que se puede ver si optáis por volver desde Gokyo hasta Namche, sin hacer el paso del Renjo La hacia el valle de Thame). Estos lagos que incluyen al lago de Gokyo (el Gokyo Tsho), el Thonak Tsho, en Ngozumba Tsho y el Gyazumba Tsho, conforman el sistema de agua dulce más alto del mundo.

(Retrato del Gyanchung Kang – y sus 7952 metros)

Sorprendentemente, mucho de los visitantes de Gokyo se limitaban a subir al Gokyo Ri o a bajar directamente hacia Namche Bazaar, pero creo que esta excursión fue muy interesante porque el paisaje se iba volviendo cada vez más salvaje y desolado y la falta de gente (apenas nos cruzamos con 10 personas en todo el recorrido) le daban ese carácter tan sobrecogedor que puede identificarse con haber alcanzado el fin del mundo.

Y es que el recorrido ofrecía una vistas trepidantes de la inmensa lengua del glaciar de Ngozumpa que extendía la vista más allá de su fin, dando una visión de todo lo que era el Valle de Gokyo. Si se paraba a analizar los picos muy a lo lejos se podía ver el Thamserku que dominaba el cielo de Namche Bazaar. Pero sin lugar a dudas uno de los momentos más espectaculares del recorrido fue encontrarse con el punto en que la lengua del Ngozumpa y la del Gaunara chocaban. Sobre ese cruce se podía ver, con la perspectiva que daba la distancia, una preciosa vista del Everest, del Lhotse y del Nuptse.

Se podía admirar ahora con mejor perspectiva el Collado Sur, (sobre el Western Cwm que se apreciaba ligeramente) uniendo el Everest con el Lhotse. Al verlo cabría preguntarse si todos aquellos que se plantean el reto de subir todos los ochomiles del mundo no podían aprovechar la expedición y hacer cumbre en los dos picos gracias a ese collado.

Sin embargo y a pesar de que en 2011, Michael Horst, un norteamericano si consiguió hacer cumbre en ambas cimas en menos de 21 horas, la mayoría de quienes lo intentan lo hacen en expediciones diferentes. Es lógico, el organismo humano debería estar en la zona de la muerte el mínimo tiempo necesario y la mayoría optan por dejar tiempos de recuperación entre medias. Reinhold Messner, de quien ya hemos hablado por aquí, fue la primera persona en completar los 14 ochomiles del mundo y entre la ascensión al Everest (1978) y la ascensión al Lhotse (1986) pasaron 8 años.

(Ngozumba Tsho a 4990 metros de altura)

(Bordeando el pico Ngozumba con el Gyanchung Kang de fondo)

(El Hungchi, 7036 m.)

Seguía siendo fascinante caminar por estos escenarios que tanto han desafiado a la voluntad humana y seguía siendo fascinantes sentirlos tan lejos de mi condición física. Para cuando completamos el último repecho que nos quemaba las piernas y alcanzamos los 5200 metros del campamento base del Cho Oyu las casi cuatro horas de ruta en subida permanente estaban pasando factura. Sin embargo, nos olvidamos rápidamente del cansancio y nos sentamos a admirar la belleza del lugar.

(Campamento base del Cho Oyu, junto al lago Gyazumba Tsho)

(Panorámica del campamento base del Cho Oyu. Ojo, que se pueden ver 3 ochomiles en esta foto) 

Aún nos separaban tres kilómetros de altura con la cima, pero delante nuestro se alzaba el Cho Oyu. Tres kilómetros de diferencia. 3000 metros. Se decía pronto, pero había que pensarlo fríamente para tener una dimensión de la escala. Prácticamente solos, junto al lago de Gyazumba, el circo de picos que le acompañaba era nuestro. Qué belleza. Qué maravilla. Incluso desde allí también el Everest, el Lhotse y el Nuptse se sumaban a la fiesta de una panorámica gloriosa. 3 ochomiles juntos, acompañados por los 7952 metros (casi otro) del Gyanchung Kang. Era una vista hipnótica. La seducción de la desolación. El Cho Oyu. La diosa turquesa.

(El Cho Oyu, cuyo nombre significa la Diosa Turquesa)

(Cho Oyu desde el lago de Gyazumba Tsho a 5200 metros de altura)

(Comenzando el regreso con el Hungchi al fondo)

Aguantamos todo lo que el frío nos permitió antes de comenzar los otros casi 10 kilómetros de regreso a Gokyo. Se agradecía que ahora fueran de bajada pero para cuando alcanzamos Gokyo estábamos mucho más cansados de lo que esperábamos de esta jornada. Habían sido casi 8 horas de ruta y una de las más largas de todo el trek.

(Un par de fotos del Ngozumba Tsho, en el camino de vuelta)

(Thonak Tsho en el camino de vuelta) 

(Regresando a Gokyo con el Cho Oyu al fondo)

Llegaba la hora de comer, de recuperar fuerzas y confiar en ver un atardecer que un día mas no iba a llegar. Ya era costumbre así que ni siquiera lo lamenté. Del día solo quedaba adentrarse en las profundidades del saco y descansar todo lo que pudiera. Al día siguiente iba a intentar subir al Gokyo Ri y lo iba a hacer de noche, antes de que amaneciera.

Más info: Como organizar el trek al Campamento Base del Everest

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Trekking al campamento base del Everest. Etapa 17: Excursión al campamento base del Cho Oyu es un post de Ignacio en Crónicas de una cámara.